lunes, 27 de diciembre de 2010

Celebración del Año Nuevo: origen y fiesta mundial - Uniradio Noticias



Celebración del Año Nuevo: origen y fiesta mundial - Uniradio Noticias
La tradición de celebrar el año nuevo es casi tan antigua como la humanidad, pero cambia de fechas y modo de celebrarla de acuerdo a los diferentes tiempos y culturas.

En algunos Estados del país se acostumbra fabricar un muñeco caracterizado de viejo que se quema como despedida al año que se va.

Algunas supersticiones de Año Nuevo México:

Eat twelve grapes as the clock strokes midnight on the 31st, as you eat each grape make a wish for the new year. Want to have good luck in love in the coming year?. Wear red underwear on New Year's Eve. For good luck with money, wear yellow. Hoping to travel in the New Year?. Get out your luggage and take it for a walk around the block.
Traditional foods to eat on New Year's Eve:
Bacalao , dried salted codfish, is a New Year's staple in Mexico. Toasts are made with sparkling cider, and a hot fruit punch known as ponche is also popular.
New Year's Day:

January 1 is a national holiday .Banks, government offices and some stores are closed.This is usually a quiet day, as folks recuperate from the partying of the previous night.Archaeological sites, museums and other tourist attractions are open.
More celebrations in January:
The celebrations aren't over yet!
January 6 is Kings Day , when Mexican children receive gifts brought by the three kings (the Magi).

Comer doce uvas en la medianoche del reloj golpes en el 31, ya que comer cada uva pide un deseo para el nuevo año.
¿Quieres tener buena suerte en el amor en el año que viene? Use ropa interior de color rojo en la víspera de Año Nuevo.Para la buena suerte con el dinero, usar el color amarillo.
¿Con la esperanza de viajar en el Año Nuevo? Salga de su equipaje y llevarlo a dar un paseo alrededor de la cuadra.
Los alimentos tradicionales para comer en la víspera de Año Nuevo:
Bacalao, seco salado, es Año Nuevo, un alimento básico en México. Las tostadas son elaborados con sidra, y un ponche caliente de frutas conocido como ponche también es popular.

Día de Año Nuevo:

1 de enero es un día de fiesta nacional.Bancos, oficinas de gobierno y algunas tiendas están cerradas. Esto suele ser un día tranquilo, como la gente recuperarse de la fiesta de la noche anterior.Los sitios arqueológicos, museos y otras atracciones turísticas están abiertas.

Más celebraciones en enero:

Las celebraciones no se ha terminado! 6 de enero es el Día de Reyes , cuando los niños mexicanos reciben regalos traídos por los tres reyes (los magos).
¡Feliz Año Nuevo!

sábado, 11 de diciembre de 2010

La Virgen de Guadalupe


"Confiamos a Santa María de Guadalupe, Patrona de México y de todo el continente, el destino de los pueblos americanos y de su nueva evangelización"
(S.S. Juan Pablo II, Enero 1999)

Historicidad

La Virgen Santísima se apareció en el Tepeyac, México, a san Juan Diego el martes 12 de diciembre de 1531, apenas diez años después de la conquista de México. La madre de Dios viene para dar a conocer el evangelio a sus hijos nativos del nuevo continente y para "mostrar y dar" todo su "amor y compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre".

Como prueba de su visita la Virgen milagrosamente hizo que en aquel lugar aparecieran preciosas rosas de Castilla y que su imagen se quedara permanentemente en la tilma de su siervo.

Durante cuatro días la Virgen se había comunicado con Juan Diego hablándole en su propia lengua, el náhualtl. Al identificarse, María usó la palabra "coatlallope"; un sustantivo compuesto formado por "coatl" o sea, serpiente, la preposición "a" y "llope", aplastar; es decir, se definió como "la que aplasta la serpiente". Otros reconstruyen el nombre como "Tlecuauhtlapcupeuh" que significa: "La que precede de la región de la luz como el Aguila de fuego". De todas formas el vocablo náhualtl sonó a los oídos de los frailes españoles como el extremeño "Guadalupe", relacionando el prodigio del Tepeyac con la muy querida advocación que los conquistadores conocían y veneraban en la Basílica construida por Alfonso XI en 1340. En España existían dos advocaciones a la Virgen de Guadalupe, en Cáceres y en La Gomera. Sin embargo la Guadalupe Mexicana es original. ¡La Virgen se comunicó de manera que la entendiesen tanto los indios como los españoles!.

La Virgen de Guadalupe dio al indio Juan Diego un delicado trato de nobleza elevando proféticamente la condición de todo su pueblo. El Señor "derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes". Al mismo tiempo, La Virgen trajo reconciliación y no división entre los nativos y los españoles. Les ayudó a ambos a comprender que la fe cristiana no es propiedad de nadie sino un don de amor para todos. La Virgen pide a Juan Diego que vaya al obispo. El obispo de México era Fray Juan De Zumárraga, franciscano. De esta manera la Virgen enseña que se debe someter a la autoridad legítima que Jesús estableció en la Iglesia.

Cuatrocientos años debieron pasar para que la cultura occidental reconociera admirada que la imagen impresa sobre el ayate indígena era un verdadero códice mexicano, un mensaje del cielo cargado de símbolos. Helen Behrens, una antropóloga norteamericana descubrió en 1945 lo que los ojos de los indios habían "leído" en la pintura de la "Madre del verdadero Dios por quien se vive" aquel diciembre de 1531.

Guadalupe propicia la Evangelización del continente

Los misioneros tenían poco éxito a pesar de su intensa labor, en gran parte por el mal ejemplo de muchos que llamándose cristianos, abusaban de ellos. Pero la Virgen de Guadalupe se presenta como mujer nativa y les enseñó que el regalo de la fe es para todos sin distinción. La imagen de la tilma es toda una catequesis (ver abajo). Resultado: En los 7 años después de las apariciones 8 millones de nativos se convirtieron a la fe católica. Esto representa un promedio de 3000 conversiones diarias. Si recordamos que por la predicación de San Pedro el día de Pentecostés se convirtieron 3000 hombres, podemos apreciar que la Virgen inició un verdadero Pentecostés que duró 7 años.

La Virgen de Guadalupe continúa guiándonos a Jesús. Los milagros obtenidos por la Virgen son tan extraordinarios que no se puede menos que exclamar: "El poder divino está aquí". Dios Todopoderoso se complace en derramar sus dones por medio de aquella a quien El escogió para ser su madre.

El Santuario, Tepeyac
El Tepeyac es el santuario mariano mas visitado del mundo, superando en visitas a Lourdes y Fátima. Cada año 20 millones de fieles se acercan a la venerada imagen para expresar a la Madre del Cielo el testimonio de su cariño y veneración. El día de la fiesta, el doce de diciembre, se calcula que casi tres millones de personas acuden al santuario.

En la actualidad la imagen milagrosa está en la nueva basílica construida junto a la antigua que se ha hundido notablemente. Los fieles pueden contemplar el cuadro desde una estera móvil que a sus pies se desliza para movilizar a los fieles y dar cabida a las multitudes que desean venerarla. Como en todo santuario mariano, la basílica de Guadalupe cuenta con una capilla del Santísimo donde los fieles constantemente adoran al Señor.

La Basílica nueva tiene forma redonda que simboliza la tienda que albergaba el Arca de la Alianza en su marcha por el desierto; las lámparas interiores que cuelgan del techo recuerdan la nube que guiaba al pueblo de Dios día a día y la refulgente pared de oro que sostiene el cuadro, representa la columna de fuego y luz que indicaba el camino durante la noche.

Durante el proceso de estudio para para canonización de Juan Diego se estableció una comisión para estudiar su historicidad. El padre Fidel González fue asistido en esta labor por Eduardo Chávez Sánchez y José Luis Guerrero Rosado (Cf. «El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego», Editorial Porrúa, México 1999, 564 pp.). Presentaron 27 documentos o testimonios indígenas guadalupanos y 8 de procedencia mixta indo-española. Entre todos ellos, destaca el «El Nican Mopohua» y el llamado Códice «Escalada».

No se pueden explicar con elementos históricos algunos aspectos decisivos de la historia de México sin tener en cuenta el milagro de Guadalupe. Como, por ejemplo, el que, después una conquista dramática y tras dolorosas divisiones y contraposiciones en el seno del mundo político nahuatl, en un lugar significativo para el mundo indígena, en el cerro del Tepeyac, se levantara en seguida una ermita dedicada a la Virgen María bajo el nombre de Guadalupe. No explican tampoco cómo Guadalupe se convirtió en señal de una nueva historia religiosa y de encuentro entre dos mundos hasta ese momento en dramática contraposición.

.... Existen otras muchas pruebas históricas sobre la existencia de Juan Diego, como, por ejemplo, la tradición oral, fuente decisiva al estudiar a los pueblos mexicanos, cuya cultura era principalmente oral. Esta tradición, en esos casos suele obedecer a cánones bien precisos y, en el caso de Guadalupe, siempre confirma la figura histórica y espiritual de Juan Diego. Quien quiera profundizar en el aspecto histórico del vidente de Guadalupe, puede leer a continuación el artículo inédito escrito por una de las personalidades más competentes en la materia, Fidel González, presidente de la Comisión histórica sobre Juan Diego constituida por la Santa Sede.
-Fuente: Zenit.

La siguiente historia es tomada del escrito del indio Nican Mophua del XVI

Para el texto completo ver: El Nican Mopohua

Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a clase de catecismo y a la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó que le llamaban de arriba del cerro diciendo: "Juanito, Juan Dieguito".

Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?... sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive; del Creador cabe quien está todo; Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa pues yo soy vuestra piadosa madre; a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en Mí confíen; oír allí sus lamentos, y remediar todas sus miserias, penas y dolores.

Y para realizar lo que mi clemencia pretende, ve al palacio del obispo de México y le dirás cómo yo te envío a manifestarle lo que mucho deseo, que aquí en el llano me edifique un templo: le contarás puntualmente cuanto has visto y admirado y lo que has oído... Hijo mío el más pequeño; anda y pon todo tu esfuerzo"

Él se arrodilló y le dijo: "Señora mía, ya voy a cumplir tu mandado; por ahora me despido de ti, yo tu humilde siervo". Y se fue de prisa a la ciudad y camino al Palacio del Obispo, que era Fray Juan de Zumárraga, religioso franciscano.

Cuando el Obispo oyó lo que le decía el indiecito Juan Diego, no le creyó. Solamente le dijo: "Otro vez vendrás, hijo mío y te oiré más despacio, lo veré muy desde el principio y pensaré en la voluntad y deseo con que has venido".

Juan Diego se volvió muy triste porque no había logrado que se realizara su mensaje. Se fue derecho a la cumbre del cerro y encontró allí a la Señora del Cielo que le estaba aguardando. Al verla se arrodilló delante de Ella y le dijo: "Señora, la más pequeñas de mis hijas, Niña mía, fui a donde me enviaste a cumplir tu mandado; aunque con dificultad entré a done es el asiento del prelado; le vi y expuse tu mensaje, así como me advertiste; me recibió benignamente y me oyó con atención; pero en cuanto me respondió, pareció que no la tuvo por cierto... Comprendí perfectamente en la manera que me respondió, que piensa que es quizás invención mía que Tú quieres que aquí te hagan un templo y que acaso no es de orden tuya; por lo cual, te ruego encarecidamente, Señora y Niña mía, que a alguno de los principales, conocido, respetado y estimado le encargues que lleve tu mensaje para que le crean porque yo soy un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda, y Tú, Niña mía, la más pequeña de mis hijas, Señora, me envías a un lugar por donde no ando y donde no paro."

Ella le respondió: "Oye, hijo mío el más pequeño, ten entendido que son muchos mis servidores y mensajeros, a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; pero es de todo punto preciso que tú mismo solicites y ayudes y que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío el más pequeño, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al obispo. Dale parte en mi nombre y hazle saber por enero mi voluntad, que tiene que poner por obra el templo que le pido."

Pero al día siguiente el obispo tampoco le creyó a Juan Diego y le dijo que era necesaria alguna señal maravillosa para creer que era cierto que lo enviaba la misma Señora del Cielo. Y lo despidió.

El lunes, Juan Diego no volvió al sitio donde se le aparecía nuestra Señora porque su tío Bernardino se puso muy grave y le rogó que fuera a la capital y le llevara un sacerdote para confesarse. Él dio la vuelta por otro lado del Tepeyac para que no lo detuviera la Señora del Cielo, y así poder llegar más pronto a la capital. Mas Ella le salió al encuentro en el camino por donde iba y le dijo: “Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige, no se turbe tu corazón, no temas esa enfermedad, ni otra alguna enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa; no te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella: está seguro que ya sanó... Sube, hijo mío el más pequeño, a la cumbre del cerrillo, allí donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay diferentes flores; córtalas, júntalas, recógelas; en seguida baja y tráelas a mi presencia.”

Juan Diego subió a la cumbre del cerro y se asombró muchísimo al ver tantas y exquisitas rosas de Castilla, siendo aquel un tiempo de mucho hielo en el que no aparece rosa alguna por allí, y menos en esos pedregales. Llenó su poncho o larga ruana blanca con todas aquellas bellísimas rosas y se presentó a la Señora del Cielo.

Ella le dijo: “Hijo mío el más pequeño, esta diversidad de rosas es la prueba y señal que llevarás al obispo. Le dirás en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla: Tú eres mi embajador, muy digno de confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Contarás bien todo; dirás que te mandé subir a la cumbre del cerrillo que fueras a cortar flores; y todo lo que viste y admiraste; para que puedas inducir al prelado a que te dé su ayuda, con objeto de que se haga y erija el templo que he pedido.”

Juan Diego se puso en camino, ya contento y seguro de salir bien. Al llegar a la presencia del Obispo le dijo: “Señor, hice lo que me ordenaste, que fuera a decir a mi Ama, la Señora del Cielo, Santa María, preciosa Madre de Dios, que pedías una señal para poder creerme que le has de hacer el templo donde ella te pide que lo erijas; y además le dije que yo te había dado mi palabra de traerte alguna señal y prueba, que me encargaste, de su voluntad.

Condescendió a tu recado y acogió benignamente lo que pides, alguna señal y prueba para que se cumpla su voluntad. Hoy muy temprano me mandó que otra vez viniera a verte; le pedí la señal para que me creyeras, según me había dicho que me la daría; y al punto lo cumplió: me despachó a la cumbre del cerrillo, donde antes yo la viera, a que fuese a cortar varias rosas de Castilla (...). Ella me dijo por qué te las había de entregar; y así lo hago, para que en ellas veas la señal que pides y cumplas su voluntad; y también para que aparezca la verdad de mi palabra y de mi mensaje. He las aquí: recíbelas”.

Desenvolvió luego su blanca manta, y así que se esparcieron por el suelo todas las diferentes rosas de Castilla, se dibujó en ella y apareció de repente la preciosa imagen de la Virgen María, Madre de Dios, tal cual se venera hoy en el templo de Guadalupe en Tepeyac. Luego que la vieron, el Obispo y todos los que allí estaban, se arrodillaron llenos de admiración. El prelado desató del cuello de Juan Diego la manta en que se dibujó y apareció la Señora del Cielo y la llevó con gran devoción al altar de su capilla. Con lágrimas de tristeza oró y pidió perdón por no haber aceptado antes el mandato de la Virgen.

La ciudad entera se conmovió, y venían a ver y admirar la devota imagen y a hacerle oración; y le pusieron por nombre la Virgen de Guadalupe, según el deseo de Nuestra Señora. Juan Diego pidió permiso para ir a ver a su tío Bernardino, que estaba muy grave. El Obispo le envió un grupo de personas para acompañarlo. Al llegar vieron a su tío estaba muy contento y que nada le dolía. Y vinieron a saber que había quedado instantáneamente curado en el momento en que la Santísima Virgen dijo a Juan Diego: "No te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella: está seguro de que ya sanó".

El Obispo trasladó a la Iglesia Mayor la santa imagen de la amada Señora del Cielo. La ciudad entera desfilaba para admirar y venerar la Sagrada Imagen, maravillados todos de que hubiera aparecido por milagro divino; porque ninguna persona de este mundo pintó su preciosa imagen.

(hasta aquí el relato indio del siglo XVI).


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Descripción de la Imagen

La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe quedó impresa en un tosco tejido hecho con fibras de maguey. Se trata del ayate, usado por los indios para acarrear cosas y no de una tilma, que usualmente era de tejido más fino de algodón. La trama del ayate es tan burda y sencilla, que se puede ver claramente a través de ella, y la fibra del maguey es un material tan inadecuado que ningún pintor lo hubiera escogido para pintar sobre el.

La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es una maravillosa síntesis cultural, una obra maestra que presentó la nueva fe de manera tal que pudo ser entendida y aceptada inmediatamente por los indios mexicanos. Es imposible de describir aquí la rica y complicada simbología que contiene este cuadro-códice porque cada detalle de color y de forma es portador de un mensaje teológico.

El rostro impreso en el ayate es el de una joven mestiza; una anticipación, pues en aquel momento todavía no habían mestizos de esa edad en México.

María asume así el dolor de miles de niños, los primeros de una nueva raza, rechazados entonces tanto por los indios como por los conquistadores. El cuadro que se conserva en la moderna Basílica del Tepeyac mide aproximadamente 66 x 41 pulgadas y la imagen de la Virgen ocupa unas 56 pulgadas del mismo. La Virgen está de pié y su rostro se inclina delicadamente recordando un poco las tradicionales "Inmaculadas". Esta oportuna inclinación evita que el empate que une las dos piezas del tejido caiga dentro de la faz de la Virgen. El manto azul salpicado de estrellas es la "Tilma de Turquesa" con que se revestían los grandes señores, e indica la nobleza y la importancia del portador. Los rayos del sol circundan totalmente a la Guadalupana como para indicar que ella es su aurora. Esta joven doncella mexicana está embarazada de pocos meses, así lo indican el lazo negro que ajusta su cintura, el ligero abultamiento debajo de este y la intensidad de los resplandores solares que aumenta a la altura del vientre. Su pie esta apoyado sobre una luna negra, (símbolo del mal para los mexicanos) y el ángel que la sostiene con gesto severo, lleva abiertas sus alas de águila.

La Virgen de Guadalupe se presentó ante sus hijos como la Madre del Creador y conservador de todo el universo; que viene a su pueblo porque quiere acogerlos a todos, indios y españoles, con un mismo amor de Madre. Con la prodigiosa impresión en el ayate comenzaba un nuevo mundo, la aurora del sexto sol que esperaban los mexicanos.

La imagen ha sufrido serios atentados y ha salido incólume de ácidos corrosivos y hasta de una bomba de gran tamaño que, en 1921, un desconocido escondió entre flores que malvadamente le ofrecía. Al explotar la bomba, causó gran destrucción. El crucifijo de metal que estaba cerca de la Virgen quedó retorcido y sin embargo la imagen de la Virgen quedó intacta. El cristal del marco de su imagen no se rompió. Ver estudios

Los Papas y la Virgen de Guadalupe

Pío X proclamó a Nuestra Señora de Guadalupe "Patrona de toda la América Latina"; Pío XI, de "todas las Américas"; Pío XII la llamó "Emperatriz de las Américas"; y Juan XXIII, "La misionera celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas". En esta gran basílica Juan Pablo II beatificó al indio Juan Diego el 6 de mayo de 1990.

En sus cuatro visitas a México, Juan Pablo II ha visitado el Tepeyac y honrado con profundo amor filial a la Virgen de Guadalupe a quien ha encomendado el continente Americano y su nueva evangelización.

La Virgen de Guadalupe, defensora de la vida.

El Papa Juan Pablo II nos enseña que, ante la actual cultura de la muerte, encontramos esperanza en la Virgen de Guadalupe, la gran abogada y defensora de la vida humana. Ella apareció embarazada. Los indios comprendieron que les visitaba la Madre de Dios. Tras la conversión, los indios cesaron de ofrecer sacrificios humanos que hasta entonces eran comunes. Por eso la Iglesia pide hoy día su intercesión para defender la vida contra el genocidio del aborto y otras amenazas contra los inocentes.

En su cuarta visita a México, del 22 al 26 de enero de 1999, Juan Pablo II puso a los pies de la Virgen el documento del sínodo de las Américas que en aquella ocasión entregó a la Iglesia como fundamento para la Nueva Evangelización que solo es posible por la obra del Espíritu Santo. La Virgen es la que propicia la obra divina con su FIAT. Así es corredentora con su Hijo Jesucristo. La cuarta visita del Papa a México coincidió con el 26 aniversario de la legalización del aborto en USA, poniéndose así de relieve la gran batalla mundial por la dignidad de la vida humana.

Estudios Científicos sobre la Imagen de la Virgen de Guadalupe
ver:Descubrimientos en Powerpoint

Los asombrosos descubrimientos en torno al cuadro de la Virgen de Guadalupe tienen a los científicos en gran asombro. Se ha formado una comisión de científicos para investigar los fenómenos inexplicables de esta tela que era la ruana o poncho del indio Juan Diego.

La Fenómeno de la Tela

Lo primero que llama la atención de los expertos en textiles es que la tela del ayate sobre el que está la imagen de la Virgen es de fibra vegetal de maguey. Por su naturaleza, esta fibra se descompone por putrefacción en veinte años o menos. Así ha sucedido con varias reproducciones de la imagen que se han fabricado con este mismo tejido. Sin embargo el ayate de la imagen ha resistido mas de 470 años en perfecto estado de conservación. Por causas ininteligibles a los expertos, el ayate de la imagen es refractaria a la humedad y al polvo.

La imagen de la Virgen de Guadalupe estuvo 116 años expuesta a las inclemencias del ambiente, sin protección alguna contra el polvo, la humedad, el calor, el humo de las velas y el continuo roce de miles y miles de objetos que fueron tocados a la venerada imagen, además del constante contacto de manos y besos de innumerables peregrinos. Todo esto sin que se haya deshilachado ni desteñido su bella policromía.

El Fenómeno de la Imagen

La pintura que cubre la tela es otro misterio. El sabio alemán Kuhn, premio Nobel en Química, ha estudiado esta pintura, y su respuesta dejó atónitos a los oyentes: "Estos colorantes no son ni minerales, ni vegetales, ni animales". No han podido explicar el origen de los pigmentos que dan color a la imagen, ni la forma en que esta fue pintado.

Se podría pensar que la tela ha resistido tanto porque la habrían encolado y preparado de manera especial como a otras pinturas famosas, para que tuviera gran resistencia. Pero el Señor Callaga, del instituto espacial NASA, de Estados Unidos, la ha estudiado con aparatos de rayos infrarrojos y ha descubierto que la tela no tiene ningún engomado ni preservativos, y que no se puede explicar cómo esa imagen ha resistido cuatro siglos en un lienzo tan ordinario. Con estos rayos infrarrojos se ha descubierto que la imagen no tiene esbozos previos -como se ve en los cuadros de Rubens y Tiziano-, sino que fue plasmada directamente, tal cual se la ve, sin tanteos ni rectificaciones.

La imagen no tiene pinceladas. La técnica empleada es desconocida en la historia de la pintura. Es incomprensible e irrepetible.

El Fenómeno de las Pupilas
Ver video

Un famoso oculista, Lauvvoignet, examinó con un poderoso lente la pupila de la Virgen, y observó, maravillado, que en el iris se ve reflejada la imagen de un hombre. Esto fue al principio de una investigación que condujo a los más inesperados descubrimientos.

Por medio de la digitalización se observa en la pupila de una fotografía todo lo que la persona estaba mirando en el momento de tomarse la foto. El Dr. Tosnman, especializado en digitalización, le ha tomado fotografías a la pupila de la Virgen de Guadalupe. Después de ampliarlas miles de veces, logró captar detalles imposibles de ser captados a simple vista. ¡Ha descubierto lo que la Virgen miraba en el momento de formarse la imagen en la tilma de Juan Diego!

Los detalles que aparecen en las fotografías de la pupila de la Virgen de Guadalupe son: un indio en el acto de desplegar su ruana ante un religioso; un franciscano en cuyo rostro se ve deslizarse una lágrima; un hombre con la mano sobre la barba en señal de admiración; otro indio en actitud de rezar; unos niños y varios religiosos franciscanos más. O sea, todas las personas que según la historia de la Virgen de Guadalupe, escrita hace varios siglos, estaban presentes en el momento en que apareció la sagrada imagen.

Lo que es radicalmente imposible es que en un espacio tan pequeño, como la córnea de un ojo situado en una imagen de tamaño natural, aún el más experto miniaturista lograra pintar todas esas imágenes que ha sido necesario ampliar dos mil veces para poderlas advertir.

La ciencia moderna se queda sin explicaciones ante las maravillas de la imagen de la Virgen de Guadalupe. Es una realidad irrepetible. Sobrepasa todas las posibilidades naturales, por lo que se puede decir que estamos ante un hecho sobrenatural.

Una tilma que no se corrompe. Unos colores que no fueron pintados. Una pupila que contiene toda la escena y todas las personas del momento del milagro. Estamos ante una imagen que ni el tiempo ni los atentados de hombres llenos de odio han podido vencer.

La Virgen no se impone, no reta, no humilla a sus enemigos. El milagro de su presencia en el Tepeyac es real pero muy sutil. Es un milagro que no aparece como tal a primera vista. Quiere ser mas bien confirmación de la verdad para ayudar a los corazones que se han endurecido pero que aun buscan.

Para los sencillos de corazón los milagros no son necesarios para tener fe. Ellos captan por la gracia del Espíritu el amor solícito de la Madre del Cielo que viene por ellos.

Los enemigos de la Virgen son muchas veces personas muy poderosas, pero pasan y se hacen polvo. La Virgen permanece como testigo del amor de Dios que es eterno. Ella ha querido ser un faro plantado en el corazón del continente Americano para atraer a todos a Cristo, Salvador y Vida Eterna, única esperanza ante la ruina en que se encuentra la humanidad. Ella ha querido darnos un milagro para ayudar a las generaciones incrédulas. Ha querido demostrar con su característica humildad, que la ciencia tiene su función pero también sus límites. Ella nos recuerda las palabras del ángel: "Para Dios nada es imposible".

viernes, 3 de diciembre de 2010

TEMARIO DE ESPAÑOL, EXAMEN 06 DE DICIEMBRE 2010




TEMARIO DE ESPAÑOL 3 PARA EL EXAMEN DEL PROXIMO LUNES 06 DE DICIEMBRE 2010

1. EL PRÓLOGO:
a. DEFINICIÓN PAG 99, 106
b. CARACTERÍSTICAS PAG 99
c. PROPOSITOS PAG 106-107
2. FORMAS O NOMBRES QUE ADQUIRIÓ LA PALABRA ANTOLOGÍA A TRAVÉS DEL TIEMPO. PAG 92
3. CÓMO CITAR FUENTES DE INTERNET CORRECTAMENTE P. 35
4. LOS ANUNCIOS PUBLICITARIOS PAG. 80-81
5. EL DEBATE
a. LA ARGUMENTACIÓN PAG. 122
b. ORDEN DE UN DEBATE PAG 122
c. PROPÓSITO PAG 122
7. USO DE LOS NEXOS DE CAUSA Y OPOSICIÓN, EXPLICACIÓN PAG. 57
8. LAS RESEÑAS, DEDICATORIAS, INTRODUCCIÓN, PRESENTACIÓN PAG 107
9. TABLA DE LOS TIPOS DE DOCUMENTOS QUE DAN IDENTIDAD E IDENTIDAD NACIONAL PAG 138-139

domingo, 21 de noviembre de 2010

Debate eutanasia ¿Estás de acuerdo o no?


¿Estás o no de acuerdo con que en México se implemente la EUTANASIA?, escucha atentamente este debate y toma tu propia decisión comentando tu punto de vista, argumentando de una manera clara, objetiva y que invites a la reflexión, ningún comentario deberá ser ambiguo. También es importante que leas los comentarios de tus compañeros y opines sobre lo que dicen.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Película recomendada: NUNCA TE VAYAS SIN DECIR TE QUIERO



Preguntas:
1. ¿Cuál es el planteamiento inicial de la película?
2. ¿Cómo defines la personalidad de Chaja?
3. ¿Cuál es la actitud del encargado del elevador con Chaja al principio y al final de la película?
4. ¿Cómo actúa Chaja ante su actitud (del encargado del elevador)?
5. ¿Cuál es la razón por la que Simcha no hablaba? y ¿Cuál fue el estímulo que lo llevó a empezar a expresarse?
6. ¿Cuál es la razón por la que el padre se comportaba así con su hijo?
7. ¿Cuál es la reacción de la madre de Simcha para con Chaja en el funeral de su hijo?
8. ¿Cuál es el aprendizaje que obtuviste de esta película?

lunes, 1 de noviembre de 2010

Calaveras Literarias por alumnos de secundaria


Escribir Calaveras Literarias es una de las artes de la lengua escrita más popular y rica en humor de cualquier tipo.
Estas obras literarias representan un simbolismo de quien las escribe pues plasma en esta forma armónica en rima la esencia de esa persona, sus características como persona, etc.
Te invito a que nos envìes tus calaveras literarias, al final pon tu nombre y grupo. Aclaroi, no únicamente lo pueden hacer mis alumnos, sino todos aquellos que visiten este blog.

DÍA DE MUERTOS ¿ORIGEN MEXICANO O DE ALGUNA OTRA CULTURA O CREENCIA RELIGIOSA?




Elsa Malvido, historiadora de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH),menciona que los festejos por el Día de Muertos en México no provienen del mundo indígena ni prehispánico, sino de la Europa Medieval, en especial de los jesuitas.

"Trazar un camino de flores de cempasúchil, colocar tamales, pulque y camote en las ofrendas, adornar papel picado con calaveras, flores y otros motivos tradicionales, comer dulces en forma de cráneos o panes con forma de cadáveres remiten a la cultura prehispánica, con sus tzompantli llenos de calaveras, el mes de su calendario dedicado a los muertos y su absoluta despreocupación por la muerte como lo demuestran los sacrificios y las guerras floridas", asegura la historiadora.

No obstante, agrega, todos estos elementos no son una invención de la cultura mexicana, así como tampoco las ofrendas que se colocan en la madrugada del día 1 de noviembre. Estos provienen, más bien, de la Europa medieval y son costumbres católicas y profundamente jesuitas, "pero de ninguna manera, como se nos quiere hacer creer, representan resabios de la cultura indígena mexicana", afirma Malvido.

Las fiestas de Todos los Santos y de Fieles Difuntos, prosigue, son rituales que se inventaron en la Francia del siglo X por el Abad de Cluny, quien decidió rescatar la celebración en honor de los macabeos.

El altar de muertos también se acostumbra en Argentina, Chile y Perú, e incluso en Sicilia, Italia, donde además de colocarse el altar, se tiene la creencia que los parientes visitan el hogar y traen juguetes para los niños, tradición religiosa que proviene de una antigua tradición romana.

"Seguir pensando que es una tradición de origen prehispánico significa que no entendimos nada, puesto que es profundamente romano", afirma categórica. Este fenómeno puede hallarse en todo el mundo europeo. En estas fechas, las dulcerías venden calaveras y panes con forma de hueso de Todos Santos.

En opinión de la investigadora, quienes inventaron la leyenda de que esta celebración era prehispánica fueron los intelectuales de los años 30, sin embargo, los pensadores decimonónicos tenían mucho más claro este fenómeno como los escritores Ignacio Manuel Altamirano y Antonio García Cubas, por ejemplo.

La investigadora Elsa Malvido fundó hace 25 años el Taller de Estudios sobre la Muerte, que hasta la fecha funciona con sesiones quincenales, en el cual han pasado expertos de casi todas las ramas del conocimiento humano, advierte, por lo que se han presentado una gran diversidad de trabajos y disciplinas, pues además de arqueólogos, antropólogos e historiadores, han acudido médicos, literatos, poetas, editores, ingenieros, periodistas y muchos otros especialistas, "no hay especialidad que no toque la Muerte", resume.

Las dos reflexiones más importantes que han surgido del taller han sido, primero, la de demostrar que las fiestas del 1 y 2 de noviembre son de origen católico y fueron establecidas desde el siglo X, desmitificando de este modo, la reinvención política y antropológica que afirma que provienen de los días de muertos prehispánicos. La segunda conclusión, no menos trascendente, es la de entender que el animal humano es uno y el mismo universalmente, y que por cierta característica de temor realiza rituales con la esperanza de alcanzar la vida después de la muerte, guardar la memoria de sus ancestros e intentar que sus existencias no se borren.
(REDACCION TOMADO DE http://www.terra.com.mx/articulo.aspx?articuloId=876829 )

jueves, 28 de octubre de 2010

Violencia Escolar :)



Este video fue uno de los ganadores hace 2 años en el también proyecto de Español 3 impartida por el profesor Isaac Martínez.
En este video se muestra en una dramatización el efecto Bullyng que tanto empieza a a fectar a nuestras sociedades escolares.

limpieza personal



Este video presentado en el proyecto del primer bimestre sue el más galardonado por su sencillez pero claro y directo en el mensaje, fue realizado por alumnos del 3º F de secundaria en la materia de Español 3.

Proyecto de Espanol (limpieza) colegio larrea



Durante estos días de octubre, los alumnos de tercer año del Colegio Larrea, sección secundaria, realizaron un proyecto totalmente creativo titulado "¿Cómo vives ...?.
La característica sobresaliente de este trabajo es que rompen ellos mismos con lo dispuesto por la SEP sobre el tema "La publicidad y los efectos en la sociedad", van más allá y ellos mismos elaboran sus anuncios publicitarios sobre un tema específico como lo puede ser: LIMPIEZA, PATRIOTISMO, HONESTIDAD.
Los siguientes anuncios muestran un mucho de su creatividad de la menera en como llevan a cabo el trabajo colaborativo de la impregnación y relevancia del aprendizaje significativo y sobre todo el cómo construyen su propia visión del mundo.

domingo, 3 de octubre de 2010

Un comercial Maravilhoso de agua Cannes



A través de este anuncio publicitario, ¿cuál es el impacto que provoca realmente en tu conciencia? ¿estás dispuesto a aceptar un compromiso? comprométete mencionándolo, menciona elementos creativos de este anuncio publicitario.

Tecate 1 Publicidad (Mexico)



Menciona qué influencias en las creencias, hábitos y en decisiones diarias pueda tener este anuncio publicitario.

viernes, 24 de septiembre de 2010

La ley de la calle, S. E. Hinton


Libroadicto: La ley de la calle, S. E. Hinton: "La escritora norteamericana Susan Hinton publicó su primer libro, bajo el seudónimo S. E. Hinton, cuando apenas contaba 17 años. Rebeldes (..."

sábado, 18 de septiembre de 2010

Temperamentos parte II



Este video II de los temperamentos y que está por cierto bien explicado, se lo dedico a todos, en especial a aquellos que quieren saber qué temperamentos tienen y qué fortalezas tiene su temperamento...animoooo

Temperamentos parte I



Este video de los temperamento y que esta por cierto bien explicado, se lo dedico a todos, en especial a aquellos que quieren saber qué temperamentos tienen y qué fortaleces tiene su temperamento...animoooo

viernes, 17 de septiembre de 2010

6 Sombreros para Pensar Inteligencia Emocional




A través de este video, se presenta la técnica de los seis sombreros que desarrollarán la creatividad en cualquier ámbito, pero principalmente en el ámbito educativo, esta técnica fue desarrollada por Edward Bono, espero sus comentarios...ánimo

Inteligencia Emocional- Howard Gardner

domingo, 12 de septiembre de 2010

jueves, 19 de agosto de 2010

Tercer Cielo- Mi Ultimo Día





Dedico este hermoso video a todos los que vivimos en este planeta y que deseamos vivir plenamente cada minuto de nuestra existencia, video de reflexión existencial...ánimooooooo

domingo, 2 de mayo de 2010

Carta del director: saquen a sus hijos de Facebook

(CNN) — En una acción que muy probablemente le dará algunos nuevos amigos en Facebook, el director de una escuela secundaria de Nueva Jersey pide a los padres que retiren a sus hijos de todos los sitios de redes sociales.

Anthony Orsini envió un correo electrónico a la comunidad de la Escuela Secundaria Benjamin Franklin, en Ridgewood, Nueva Jersey, el pasado miércoles, pidiendo a los padres de familia que retiren los perfiles en línea de sus hijos de sitios como Facebook.

"No existe ninguna razón para que un niño de secundaria forme parte de un sitio de redes sociales”, escribió. “Voy a repetirlo: no hay absoluta y definitivamente ninguna razón para que un niño de secundaria sea parte de un sitio de redes sociales”.

Después de enviar la solicitud (“es hora de que todos los miembros de la comunidad de esta escuela tomen acción al respecto”), Orsini enumeró las razones por las que se opone a que sus estudiantes formen parte de estas redes sociales.

Escribió que el principal problema es que los adolescentes no tienen la capacidad de resistir los apodos que abundan en el Internet. “Simplemente no están preparados psicológicamente para el daño que una persona malvada puede ocasionar en línea”, dijo.

Los consejeros de su escuela llevan años mediando insultos que se originaron en línea, dijo Orsini. El último medio de ataques fue el aumento del uso de Formspring, una red social inicial donde los miembros realizan y responden preguntas sobre ellos y sus amigos.

Orsini desdeñó al sitio en el correo electrónico que envió a los padres de familia, llamándolo un “golpe” que existe “sólo para publicar maldades sobre la gente de forma anónima”.

"Lo más agradable que van a leer ahí es que ‘Jane es una zorra’”, dijo en una entrevista telefónica con CNN. Formspring no respondió a la solicitud de comentarios sobre la campaña del director.

Un vocero de Facebook señaló que varios niños de secundaria han sido formalmente excluidos del sitio. “Prohibimos que los niños menores de 13 años hagan uso de Facebook, tanto por razones de seguridad como para cumplir con la Ley de Protección y Privacidad de los Niños en Línea”, dijo el vocero.

En su correo, Orsini también advirtió a los padres que la crueldad casual en línea de un niño de doce años sin la supervisión de un adulto es una amenaza más realista para el niño que el tan temido factor de que haya depredadores sexuales. “La amenaza en línea de depredadores sexuales para sus hijos es insignificante comparada con el daño al que un niño de esta edad está constantemente expuesto, pues pueden dañarse uno a otro por medio de estos sitios de redes sociales”, redactó.

En años recientes, Facebook, MySpace y otras redes sociales en línea han sido culpadas por el suicidio de niñas adolescentes en Missouri, Massachusetts y Nueva York. Los padres se quejaron de que las niñas estaban traumadas por comentarios malvados que fueron publicados en sus sitios.

Inez Bunda, madre de un estudiante en la escuela de Ridgewood, Nueva Jersey, dijo que está de acuerdo con el punto del director, pero que su hija estaba “lista para luchar” cuando se le planteó la posibilidad de cerrar su perfil de Facebook el miércoles. Dijo que mantiene la esperanza de que puedan “llegar a una solución amistosa”.

Orsini dice que, en general, la respuesta de los padres de familia a su correo electrónico fue conmovedoramente positiva, y que incluso padres desde Israel o Corea le han escrito para agradecerle haber dicho algo al respecto.

Los seguidores de la filosofía de cero tolerancia de Orsini con respecto a los alumnos en las redes sociales le pueden enviar una solicitud de amistad en Facebook, donde tiene su propio perfil.

domingo, 25 de abril de 2010

El ciclo del Hombre Lobo



En esta ocasión subo el libro "El ciclo del Hombre Lobo" del reconocido escritor estadounidense Stephen King, que se caracteriza por sus novelas de terror.
Los libros de King han estado muy a menudo en las listas de superventas. En 2003 recibió el National Book Award por su trayectoria y contribución a las letras americanas, el cual fue otorgado por la National Book Foundation.
King además ha escrito obras que no corresponden al género del terror, incluyendo las novelas Different Seasons, El pasillo de la muerte, Los ojos del dragón, Hearts in Atlantis y su autodenominada "magnum opus", La Torre Oscura. Durante un periodo utilizó los seudónimos Richard Bachman y John Swithen.(Wikipedia, 2010)
Finalmente los invito a unirnos a esta maravillosa lectura y a disfrutar de cada uno de los doce capítulos aquí puestos.

Puedes entrar haciendo click en el título del libro o en el link que pongo:
http://www.librosgratisweb.com/html/king-stephen/el-ciclo-del-hombre-lobo/index.htm

solo le pido a dios

miércoles, 21 de abril de 2010

Socios de guardería ABC pagan 2 mdp de fianza


Lean por favor esta nota, ¿Como es posible que la JUSTICIA, se burle y se transforme en el escudo de gente tan sinvergüenza..."SI ALGUIEN SABE LO QUE ES LA JUSTICIA, DÍGANME QUE HACER...PORQUE ESTA JUSTICIA SUBJETIVA, HACE PARECER AL QUE ES TAMBIEN CULPABLE COMO JUSTO ANTE LOS OJOS DE LA SOCIEDAD..."

Por: Marcelo Beyliss
Los socios de la guardería subrogada del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), ABC, cuyo incendio dejó 49 niños muertos y más de 70 heridos, pagaron una fianza que les permitirá enfrentar fuera de prisión el juicio por homicidio y lesiones culposas, señaló el abogado de un grupo de deudos, Lorenzo Ramos Félix.

Indicó que el monto de la fianza alcanzó los dos millones de pesos por cada uno de los dueños, Marcia Matilde Altagracia Gómez del Campo Tonella, Sandra Lucía Téllez Nieves y Gildardo Urquídez Serrano, quienes quedaron a disposisión del Juzgado Primero de Distrito.

Recordó que hace aproximadamente 15 días se les negó un amparo y por ello se vieron obligados a hacer el depósito para no ser encarcelados.

Representante jurídico en el caso de 17 padres de familia que perdieron a sus hijos en el incendio del pasado 5 de junio, explicó que aparentemente la fianza fue pagada el pasado jueves, que fue el último día del plazo

Comunicado de prensa

Comunicado de prensa

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lunes, 12 de abril de 2010

Niegan amparo a socia de guardería ABC

A todos los padres de familia que han sufrido la pérdida de uno o más hijos en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, mis respetos y admiraciones por la valentía, arrojo, constancia y perseverancia para recordarnos que ningún niño debe morir y menos que ningún funcionario que se arropa con la cobija del influyentismo en México debe quedar impune

sábado, 6 de marzo de 2010

ORACIÓN POR NUESTROS HERMANOS DE CHILE



Virgen del Carmen, María Santísima,
Dios te escogió como Madre de su Hijo,
del Señor Jesús que nos trae el amor y la paz.

Madre de Chile,
a ti honraron los padres de la patria
y los más valientes de la historia;
desde los comienzos nos diste bendición.

Hoy te confiamos lo que somos y tenemos;
nuestros hogares, escuelas y oficinas;
nuestras fábricas, estadios y rutas;
el campo, las pampas, las minas y el mar.

Protégenos de terremotos y guerras,
sálvanos de la discordia;
asiste a nuestros gobernantes;
concede tu amparo a nuestros hombres de armas;
enséñanos a conquistar el verdadero progreso,
que es construir una gran nación de hermanos
donde cada uno tenga pan, respeto y alegría.

Virgen del Carmen, Estrella de Chile,
en la bandera presides nuestros días
y en las noches tormentosas
sabiamente alumbras el camino

Madre de la Iglesia,
tú recibes y nos entregas a Cristo;
contigo nos acogemos a Él,
para que sobre Chile extienda
los brazos salvadores de su cruz
y la esperanza de su resurrección.

AMEN

jueves, 4 de febrero de 2010

Capítulo V: Los fríos del espacio

Esta revelación cayó como una bomba. ¿Quién había de esperar semejante error de cálculo? Barbicane no quería creerlo. Nicholl revisó sus números y comprobó que eran exactos. En cuanto a la fórmula que los había determinado, no se podía dudar de su exactitud, y hecha la comprobación, se demostró de un modo indudable que para llegar al punto de equilibrio se necesitaba una velocidad inicial de dieciséis mil quinientos setenta y seis metros en el primer segundo.

Los tres amigos se miraron, silenciosos. Nadie pensaba en almorzar. Barbicane, con los dientes apretados, contraídas las cejas y los puños crispados convulsivamente, observaba al través del cristal. Nicholl, cruzado de brazos, repasaba sus cálculos. Miguel Ardán murmuraba:

—¡Véase lo que son los sabios! ¡Siempre hacen lo mismo! ¡Daría veinte pesos por caer sobre el observatorio de Cambridge y aplastar en él a todos esos emborronadores de papel!

De repente el capitán hizo una reflexión que se dirigía a Barbicane.

—¡Sin embargo! —dijo—, son las siete de la mañana; hace treinta y dos horas que hemos partido; hemos recorrido más de la mitad de nuestro trayecto y no caemos, que yo sepa!

Barbicane no respondió; pero después de echar una mirada rápida al capitán, tomó un compás que le servía para medir la distancia angular del globo terrestre; luego, por e1 cristal inferior, hizo una observación muy exacta, en atención a la inmovilidad aparente del proyectil. Levantándose entonces y secándose el sudor que le bañaba la frente, trazó algunas cifras en el papel. Nicholl comprendía que el presidente quería deducir de la medida del diámetro terrestre la distancia del proyectil a la Tierra, y le miraba con viva ansiedad.

—No —gruñó Barbicane, al cabo de algunos instantes—, no caemos. Nos hallamos a más de cincuenta mil leguas de la Tierra. Hemos pasado ya del punto en que debía detenerse el proyectil, si su velocidad no hubiera sido más que de once mil metros en el momento de salir. Seguimos subiendo.

—Es indudable —respondió Nicholl—, y de ahí debemos deducir que nuestra velocidad inicial, bajo el impulso de las cuatrocientas mil libras de algodón pólvora, ha excedido de los ocho mil metros necesarios. Ahora comprendo cómo hemos encontrado a los trece minutos el segundo satélite que gravita a dos mil leguas de la Tierra.

—Y esa explicación es tanto más fundada —añadió Barbicane— cuanto que al arrojar el agua contenida entre los tabiques elásticos, el proyectil se ha encontrado repentinamente aligerado de un peso enorme.

—Justo! —dijo Nicholl.

—¡Ah, mi buen Nicholl! —exclamó Barbicane—. Nos hemos salvado.

—Pues bien —respondió tranquilamente Miguel Ardán—, si nos hemos salvado, almorcemos.

En efecto, Nicholl no se engañaba: la velocidad inicial había sido afortunadamente superior a la indicada por el observatorio de Cambridge, pero lo cierto es que el observatorio de Cambridge se había equivocado. Los viajeros, repuestos de aquel falso motivo de alarma, se sentaron a la mesa y almorzaron alegremente; y si comieron mucho, no hablaron menos; la confianza era mayor aún que antes del “incidente del álgebra”.

—¿Por qué no hemos de seguir adelante? —decía Miguel Ardán—. ¿Por qué no hemos de llegar? ¡Nos hemos lanzado; no tenemos obstáculos delante; el camino está expedito, sin piedras en que tropezar; marchamos con más libertad que el barco por el mar y el globo por el aire! Pues bien, si un barco llega a donde quiere y un globo sube tanto como le parece, ¿por qué nuestro proyectil no ha de llegar al punto a donde ha sido dirigido?

—Llegará —aseguró Barbicane.

—Aunque sólo fuera por honrar al pueblo americano —añadió Miguel Ardán—, al único pueblo capaz de llevar a feliz término una empresa semejante, al único capaz de producir un presidente Barbicane. ¡Ah! Se me ocurre una idea; ahora que estamos descuidados, ¿qué va a ser de nosotros? ¡Vamos a aburrirnos soberanamente! Barbicane y Nicholl hicieron un ademán negativo.

—Pero yo he previsto el caso, amigos míos —añadió Miguel Ardán—. No hay más que hablar; tengo a vuestra disposición ajedrez, damas, naipes y dominó; sólo me falta una mesa de billar.

—¡Cómo! —preguntó Barbicane—. ¿Has traído todos esos trastos?

—Como lo oyes —respondió Miguel, y no tan sólo para distraernos, sino también con la sana intención de regalarlos a los cafetines selenitas.

—Amigo mío —dijo Barbicane—, si la Luna está habitada, sus habitantes han aparecido muchos miles de años antes que los de la Tierra, porque no se puede dudar de que aquel Í astro es más viejo que el nuestro. Por consiguiente, si los selenitas existen desde hace centenares de miles de años, si su cerebro se halla organizado como el cerebro humano, es indudable que han inventado ya no solamente cuanto hemos inventado nosotros, sino lo que inventaremos en muchos siglos. Así que nada podremos enseñarles, mientras que ellos podrán enseñarnos mucho.

—¡Cómo! —respondió Miguel—. ¿Crees que habrán tenido ya artistas como Fidias, Miguel Ángel o Rafael?

—Sí.

—¿Y poetas como Homero, Virgilio, Milton, Lamartine y Víctor Hugo?

—Estoy seguro.

—Filósofos como Platón, Aristóteles, Descartes y Kant?

—No lo dudo.

—¿Sabios como Arquímedes, Euclides, Pascal y Newton?

—Lo juraría.

—¿Cómicos como Arnal y fotógrafos como Nadar?

—Me atrevo a apostarlo.

—Entonces, amigo Barbicane, si están tan adelantados como nosotros o más estos selenitas, ¿por qué no han pretendido comunicar con la Tierra? ¿Por qué no han lanzado un proyectil lunar hasta las regiones terrestres?

—¿Y quién te dice que no lo hayan hecho? —respondió muy seriamente, Barbicane.

—En efecto —añadió Nicholl—, les era más fácil que a nosotros, y por dos razones: la primera porque la atracción es seis veces menor en la superficie de la Luna que en la de la Tierra, lo cual permite a un proyectil elevarse más fácilmente; y la segunda, porque bastaba enviar ese proyectil a ocho mil leguas en lugar de ochenta mil; lo cual no exigía más que una fuerza de proyección diez veces menor que la empleada por nosotros.

—Entonces —insistió Miguel—, lo repito: ¿por qué no lo ha hecho?

—Y yo —replicó Barbicane— repito también: ¿quién dice que no lo hayan hecho?

—¿Cuándo?

—Hace muchos miles de años, antes de aparecer el hombre sobre la Tierra.

—¿Y dónde está el proyectil? ¡Yo quiero ver ese proyectil!

—Amigo mío —respondió Barbicane—, el mar cubre las cinco sextas partes de nuestro Globo; lo cual son, por lo menos, cinco buenas razones para suponer que si el proyectil lunar fue lanzado, puede hallarse a estas horas en el fondo del Atlántico o del Pacífico. A no ser que se sepultara en alguna hendidura en la época en que la corteza terrestre no se había formado del todo.

—Querido Barbicane —respondió Miguel Ardán—, para todo tienes respuestas y me, inclino ante tu sabiduría. Sin embargo, hay una hipótesis que me halagaría más que las otras; y es que los selenitas, a pesar de ser más viejos que nosotros, sean más prudentes, y no hayan inventado la pólvora.

En aquel momento, Diana se mezcló en la conversación, lanzando un sonoro ladrido; la pobre pedía su almuerzo.

—¡Ah! —dijo Miguel Ardán—, con las discusiones nos olvidamos de Diana y de Satélite.

Al instante ofrecieron una excelente torta a la perra, que la devoró con gran apetito.

—Ahora pienso, amigo Barbicane —decía Miguel—, que debiéramos haber hecho de este proyectil una segunda arca de Noé y llevar a la Luna una pareja de cada especie de animales domésticos.

—Sin duda —replicó Barbicane—, pero hubiera faltado espacio.

—¡Bah! —dijo el otro—. Estrechándose un poco...

—La verdad es —respondió Nicholl— que el buey, la vaca, él toro, el caballo, todos estos animales nos hubieran sido muy útiles en el continente lunar. Por desgracia, este vagón no podía convertirse en cuadra ni establo.

—Pero, por lo menos, podíamos haber traído un asno, siquiera un asno pequeño, animal valeroso y sufrido que gustaba montar al viejo Sileno. Yo tengo mucho cariño a los asnos, porque son los animales menos favorecidos de la Creación. No sólo se les apalea en vida, sino también después de muertos.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Barbicane.

—¡Nada! Que con su piel fabrican tambores.

Barbicane y Nicholl soltaron la carcajada al oír esta salida; pero les cortó la risa un grito de su festivo compañero que se había inclinado hacia el rincón donde estaba Satélite, y se levantó, diciendo:

—Pues, señor, Satélite ya no está enfermo.

—¡Ah! —exclamó Nicholl.

—No —prosiguió Miguel—, está muerto. He ahí —añadió en tono compungido— un gran contratiempo. Ya voy temiendo que la pobre Diana no tenga prole en las regiones lunares.

En efecto, el pobre perro no había podido sobrevivir a sus heridas; estaba muerto y bien muerto. Miguel Ardán miraba, desconcertado, a sus amigos.

—Ahora veo un inconveniente —dijo Barbicane—. No podemos tener aquí el cadáver de ese perro durante cuarenta y ocho horas.

—Seguramente —respondió Nicholl—, pero las lumbreras tienen bisagras de manera que se pueden abrir. Abriremos una y arrojaremos el cadáver al espacio.

El presidente reflexionó un instante sobre la decisión a tomar, y aclaró: —Sí, eso habrá que hacer, aunque tomando precauciones.

—¿Por qué? —preguntó Miguel.

—Por dos razones que comprenderás —respondió Barbicane—. La primera es el aire del proyectil, que es preciso tener cuidado de no perderlo.

—¿Qué importa, si lo rehacemos?

—No lo rehacemos sino en parte; rehacemos solamente el oxígeno, amigo Miguel; y a propósito, hay que cuidar mucho que el aparato no produzca una cantidad excesiva, porque esto podía ocasionar trastornos fisiológicos de gravedad. Pero si rehacemos el oxígeno no rehacemos el nitrógeno, vehículo que los pulmones no absorben y que debe quedar intacto, pues este nitrógeno se escaparía con rapidez por la abertura de las lumbreras.

—¡Oh! ¿Tanto tiempo se necesita para arrojar a ese pobre Satélite? —preguntó Miguel.

—No mucho, pero de todos modos es preciso hacerlo con la mayor rapidez posible.

—¿Y la otra razón? —preguntó Miguel.

—La otra razón es que no conviene dejar penetrar en el interior del proyectil los fríos exteriores, que son excesivos, so pena de exponernos a quedar helados.

—Sin embargo, el Sol...

—El Sol calienta nuestro proyectil, que absorbe sus rayos, pero no calienta el vacío en que flotamos. Donde no hay aire, no hay calor ni luz difusa, y así como reina oscuridad, reina frío, allí donde no llegan directamente los rayos del Sol. Esta temperatura no es sino la producida por la estelar, es decir, la que sufriría el globo terrestre si el Sol se apagara un día.

—Lo cual no es de temer —respondió Nicholl.

—¿Quién sabe ... ? —añadió Miguel Ardán—. Además, aun admitiendo que e1 Sol no se apague, ¿no puede suceder que la Tierra se aleje de él?

—¡Vaya! —exclamó Barbicane—. Ya sale Miguel con sus ocurrencias.

—¡Eh! —replicó Miguel—. ¿Pues no sabemos todos que la Tierra ha atravesado la cola de un cometa en 1861? Supongamos, pues, que aparece otro cometa de fuerza atractiva superior a la atracción solar. La órbita de la tierra se inclinaría hacia el astro errante, con lo cual nuestro Globo, convertido en satélite de aquél, se vería arrastrado a una distancia tal que los rayos del Sol no tendrían acción alguna en su superficie.

—Pudiera suceder, en efecto —respondió Barbicane—; pero las consecuencias de ese cambio podrían ser mucho más temibles de lo que tú supones.

—¿Y por qué?

—Porque el frío y el calor seguirían equilibrándose en nuestro Globo. Se a calculado que si la Tierra se hubiera visto arrastrada por el cometa de 1861, habría sentido, en su mayor distancia del Sol, un calor que no hubiera llegado a dieciséis veces el de la Luna, calor que, concentrado en las lentes más fuertes, no produce efecto sensible.

—¿Y qué? —dijo Miguel.

—Aguarda —respondió Barbicane—; se ha calculado también que en su perihelio o distancia más corta del Sol, la Tierra hubiera sufrido un calor igual a veintiocho mil veces el del estío. Pero aquel vapor, capaz de vivificar las materias terrestres y de vaporizar las aguas, hubiera formado un anillo de nubes que habría templado esa temperatura excesiva. De ahí la compensación entre los fríos del afelio y los calores del perihelio, cuyo resultado habría sido una temperatura media probablemente soportable.

—¿Pero en cuántos grados se calcula la temperatura de los espacios planetarios? —preguntó Nicholl.

—En la Antigüedad se creía —respondió Barbicane— que esa temperatura era sumamente baja, llegándose a fijarla en millones de grados bajo cero. Pero un compatriota de Miguel, el ilustre Fourier, de la Academia de Ciencias, ha hecho cálculos incontestables, de los cuales se deduce que esa temperatura no baja de sesenta grados bajo cero, que es, con poca diferencia, la temperatura observada en las regiones polares, en la isla Melville o en el fuerte Reliance; cincuenta y seis grados bajo cero.

—Falta probar —notó Nicholl— que Fourier no se haya equivocado en sus apreciaciones. Si no me engaño, otro sabio francés, Rouilet, calcula la temperatura del espacio en ciento sesenta grados bajo cero; esto es lo que nosotros comprobaremos.

—Más no ahora —respondió Barbicane—, porque los rayos solares, que atacan directamente nuestro termómetro, nos darían una temperatura muy elevada. Pero cuando hayamos llegado a la Luna, durante las noches de quince días que tiene cada una de sus fases alternativamente, podremos hacer el experimento porque nuestro satélite se mueve en el vacío.

—¿Pero qué entiendes por vacío? —preguntó Miguel—. ¿El vacío absoluto?

—El vacío privado absolutamente de aire.

—¿Y en el que nada reemplaza al aire?

—Sí, el éter —respondió Barbicane.

—¡Ah! ¿Y qué es el éter?

—El éter, amigo mío, es una aglomeración de átomos imponderables que en relación con sus dimensiones, dicen las obras de física molecular, se hallan entre sí tan distantes como los cuerpos celestes del espacio. Y, sin embargo, su distancia es menos de tres millonésimas partes del milímetro. Estos átomos, que por sus movimientos vibratorios producen la luz y el calor, hacen cada segundo cuatrocientos treinta millones de ondulaciones, y no tienen sino de cuatro a seis diezmillonésimas de milímetro de amplitud.

—¡Millones de millones! —exclamó Miguel Ardán—. ¡Es decir, que se han contado y medido esas oscilaciones! Todo eso, amigo Barbicane, son cifras con que los sabios asustan el oído, pero que nada dicen a la inteligencia.

—Sin embargo, es menester emplearlas.

—No, por cierto; vale más comparar. Un trillón nada significa; un objeto de comparación lo dice todo. Por ejemplo: cuando tú me hayas repetido que el volumen de Urano es setenta y seis veces mayor que el de la Tierra, el volumen de Saturno novecientas veces mayor, el del Sol un millón trescientas mil, me encontraré tan adelantado como ahora. Por eso prefiero esas antiguas comparaciones del Double Liegeos, que nos dice simplemente: el Sol es una calabaza de dos pies de diámetro. Júpiter una naranja. Saturno una manzana. Neptuno una guinda. Urano una cereza gorda. La Tierra un garbanzo. Venus un guisante. Marte una cabeza de alfiler gordo. Mercurio un grano de mostaza, y Juno, Ceres, Vesta y Palas simples granos de arena. ¡Así, a lo menos se forma una idea aproximada!

Después de esta salida de Miguel Ardán contra los sabios y los enormes guarismos que amontonan, se procedió al entierro de Satélite; se trataba simplemente de lanzarle al espacio de la misma manera que los marinos echan un cadáver al mar cuando se hallan en plena navegación.

Pero, como lo había recomendado el presidente Barbicane, fue preciso operar con rapidez, a f in de perder la menor cantidad posible de aquel aire cuya elasticidad habría lanzado en un momento al vacío. Se destornillaron con cuidado los pasadores de la lumbrera de la derecha, cuya abertura medía unos treinta centímetros de diámetro, se levantó el cristal por medio de una palanca, para vencer la presión del aire interior; y, apenas hubo espacio suficiente para ella, y Miguel arrojó su Perro al espacio. La pérdida de aire fue tan escasa y la operación se hizo tan bien, que Barbicane se atrevió más adelante a deshacerse del mismo modo de restos y desperdicios inútiles que estorbaban en el vagón.

Transcurrió el día 3 sin ningún suceso digno de ser mencionado, y Barbicane pudo convencerse de que el proyectil continuaba con velocidad decreciente su marcha hacia el disco lunar.

Capítulo VI: Preguntas y respuestas

El 4 de diciembre se despertaron los viajeros después de cincuenta y cuatro horas de viaje, y cuando los relojes marcaban las cuatro de la mañana terrestre. No habían pasado más de cinco horas y cuarenta minutos de la mitad de la duración calculada a su permanencia en el proyectil; pero habían recorrido ya casi las siete décimas partes de la travesía. Esta particularidad se debía al decrecimiento de su velocidad.

Al observar la Tierra por el cristal inferior, les pareció una mancha oscura en medio de los rayos solares; ya no presentaba ni círculo luminoso, ni luz cenicienta; a las once de la noche siguiente debía estar nueva, en el momento mismo en que la Luna estaría llena. Encima de ellos el astro de la noche se acercaba cada vez más a la línea seguida por el proyectil, de manera que debía de encontrarse con él a la hora indicada. En torno suyo, la bóveda negra se hallaba tachonada de brillantes estrellas que parecían moverse lentamente. Pero a causa de la inmensa distancia a que estaban, su tamaño aparente no parecía haber sufrido modificación. El Sol y las estrellas aparecían lo mismo que se les ve desde la Tierra. En cuanto a la Luna, había aumentado considerablemente; pero los anteojos de los viajeros, que no eran de gran potencia, no permitían hacer observaciones útiles en su superficie ni reconocer su disposición topográfica y geológica.

Pasaban el tiempo en conversaciones interminables, cuyo tema principal era, naturalmente, la Luna, y cada cual ofrecía el contingente de particulares conocimientos: Barbicane y Nicholl siempre serios; Miguel Ardán siempre con sus raras bromas. Mientras almorzaban se le ocurrió a este último una pregunta acerca del proyectil que provocó una curiosa respuesta de Barbicane digna de referirse.

Suponiendo que el proyectil se hubiera visto detenido súbitamente cuando se hallaba todavía animado de su velocidad inicial, pretendía Miguel Ardán saber qué consecuencia hubiera tenido aquella repentina detención.

—Pero yo no sé —respondió Barbicane— cómo podría detenerse el proyectil.

—Supongámoslo —respondió Miguel.

—Pero si no se puede suponer —replicó el práctico Barbicane—, a no ser faltándole la fuerza impulsiva, y entonces su velocidad habría disminuido poco a poco, y no de repente.

—Supongamos que hubiera tropezado con algún cuerpo en el espacio.

—¿Con cuál?

—Con el enorme bólido que hemos encontrado, por ejemplo.

—En ese caso —dijo Nicholl— el proyectil se hubiera hecho mil pedazos y nosotros con él.

—Algo más que eso —añadió Barbicane—: nos hubiéramos abrasado vivos.

—¡Abrasado! —exclamó Miguel—. ¡Por Dios! Casi siento que no haya ocurrido el caso, para verlo.

—Ya lo hubieras visto —respondió Barbicane—. Hoy se sabe que el calor no es más que una modificación del movimiento. Cuando se calienta agua, es decir, cuando se le añade calor, se da movimiento a una molécula.

—¡Hombre! —exclamó Miguel—. ¡Curiosa teoría!

—Y exacta; amigo mío; porque explica todos los fenómenos del calórico. El calor no es sino un movimiento molecular, una simple oscilación de las partículas de un cuerpo. Cuando se aprieta el freno de un tren, el tren se para. ¿Y qué es del movimiento que le anima? Se transforma en calor, y el tren se calienta. ¿Por qué se untan con grasa los ejes de las ruedas? Para impedir que se caliente, porque este calor se convertiría en un movimiento rápido por transformación. ¿Comprendes?

—¡Sí, comprendo! —repuso Miguel—. Perfectamente. Así, por ejemplo, cuando yo he corrido largo rato y estoy nadando en sudor, ¿por qué me veo .obligado a detenerme? ¡Es muy sencillo, porque mi movimiento se ha transformado en calor!

Barbicane no pudo menos de sonreír al escuchar aquella ocurrencia de Miguel Ardán. Continuando su teoría, siguió diciendo:

—Eso hubiera sucedido a nuestro proyectil en caso de un choque, como a la bala que cae ardiente después de haber dado en la plancha metálica; y es porque su movimiento se ha convertido en calor. En consecuencia, afirmo que si nuestro proyectil hubiera tropezado con el bólido, su velocidad destruida de súbito, hubiera determinado un calor capaz de volatilizarse instantáneamente.

—Entonces —preguntó Nicholl—, ¿qué sucedería a la Tierra si se viera detenida de repente en un movimiento de traslación?

—Que su temperatura se elevaría hasta un grado tal que el Globo entero se reduciría a vapores.

—Bueno —dijo Miguel—, ved ahí el modo de acabarse el mundo que simplificaría muchas cosas.

—¿Y si la Tierra cayera en el Sol? —dijo Nicholl.

—Según los cálculos —respondió Barbicane—, aquella caída desarrollaría .un calor igual al producido por un millón seiscientos globos de carbón iguales en volumen al globo terrestre.

—Buen aumento de temperatura para el Sol —dijo Miguel Ardán—, y que vendría muy bien a los habitantes de Urano y de Neptuno, que deben morirse de frío en sus planetas.

—Así, pues, amigos míos —prosiguió Barbicane—, todo movimiento repentinamente detenido produce calor; y esta teoría ha permitido admitir que el calor del disco solar se halla alimentado por una, lluvia de bólidos que caen sin cesar en su superficie. Se ha calculado...

—¡Cuidado —murmuró Miguel—, que van a empezar otra vez los números,

—Se ha calculado —siguió diciendo impasible Barbicane— que el choque de cada bólido sobre el Sol debe producir un calor igual al de cuatro mil masas de igual volumen.

—¿Y qué proporciones tiene ese calor? —preguntó Miguel.

—Es igual al que produciría la combustión de una capa de carbón que rodeara al Sol con un espesor de veinticuatro kilómetros.

—Y ese calor...

—Sería capaz de hervir en una hora dos mil novecientos millones de miriámetros cúbicos de agua.

—¿Y cómo es que no nos tuesta? —preguntó Miguel.

—Porque la atmósfera terrestre absorbe cuatro décimas partes de calor solar. Y además, la cantidad de calor interceptada por la Tierra no es más que dos mil millonésimas partes de la irradiación total.

—Ya veo que todo está perfectamente dispuesto —replicó Miguel— y que esta atmósfera es una invención útil porque no sólo nos permite respirar, sino que nos impide ser asados.

—Sí —dijo Nicholl—; pero desgraciadamente no sucederá lo mismo en la Luna.

—¡Bah! —repuso Miguel, siempre confiado—. Si hay allí habitantes respirarán; si no los hay, habrán dejado bastante oxígeno para tres personas, aunque sólo sea en el fondo de los barrancos donde su peso lo haya acumulado. Quiero decir que lo subiremos a las montañas, y así se arregla todo.

Y levantándose, se puso a contemplar la Luna, que brillaba con irresistible resplandor.

—¡Cáspita! —dijo—. ¡Y qué calor debe hacer allí.

—Y ten presente —respondió Nicholl— que el día dura allí trescientas sesenta horas..

—En cambio —dijo Barbicane— las noches duran otro tanto, y como el calor es restituido por radiación, su temperatura no será mayor, que la de los espacios planetarios.

—¡Bello país! —dijo Miguel—. Pero no importa; quisiera estar ya en él. ¡Ah, camaradas, qué curioso sería tener la Tierra por Luna, verla alzarse en el horizonte, reconocer la configuración de sus continentes y decir: allí está Europa; allí América; y seguirla después, cuando va a perderse en los rayos del Sol! A propósito, amigo Barbicane, ¿tienen eclipses los selenitas?

—Sí, eclipses de Sol —respondió Barbicane—, cuando los centros de los tres astros se encuentran en la misma línea, hallándose la Tierra en medio. Pero son eclipses anulares, durante los cuales la Tierra, proyectándose como una pantalla sobre el disco solar, deja ver a su alrededor gran parte de éste.

—¿Y por qué —preguntó Nicholl— no hay eclipse total? ¿Acaso no se extiende más allá de la Luna el cono de sombra que la Tierra proyecta?

—Sí, no teniendo en cuenta la refracción producida por la atmósfera terrestre; no, sí se cuenta con esa refracción. Así, por ejemplo, llamemos delta prima a la pareja horizontal, y p prima al semidiámetro aparente...

—¡Adiós! —exclamó Miguel—. Ya tenemos otra vez el v subcero elevado cuadrado; hable un idioma que todos comprendamos y deja esa endemoniada álgebra de una vez.

—Pues bien, en lengua vulgar —respondió Barbicane—, siendo la distancia media de la Luna a la Tierra 60 radios terrestres, la longitud del cono de sombra pura, y que el Sol envía, no sólo los rayos de su circunferencia, sino también los de su centro.

—Entonces —dijo Miguel, en tono burlón—, ¿cómo hay eclipse, puesto que no debe haberlo?

—Únicamente porque estos rayos solares quedan debilitados por la refracción, y la atmósfera que atraviesa apaga la mayor parte.

—Me satisface esa razón —respondió Miguel—, además de que ya lo veremos mejor cuando estemos allí.

—Ahora bien, Barbicane; ¿crees que la Luna pueda ser un antiguo cometa?

—¡Vaya una idea!

—Si —replicó Miguel, con cierta presunción benévola—; tengo algunas ideas por el estilo y...

—No es tuya esa idea, Miguel —respondió Nicholl.

—¡Bueno! ¿Es decir que soy un plagiario?

—¡Ya lo creo! —respondió Nicholl—. Según antiguas tradiciones, los de Arcadia aseguraban que sus antepasados habían habitado la Tierra antes que hubiese Luna. Y de ahí han deducido algunos sabios que nuestro satélite fue en otros tiempos un cometa cuya órbita pasaba tan cerca de la Tierra que una vez el astro errante fue capturado por la atracción terrestre, y mantenido en la órbita que desde entonces recorre.

—¿Y qué hay de cierto en esa hipótesis? —preguntó Miguel.

—Absolutamente nada —respondió Barbicane— y la prueba es que la una no ha conservado restos de la envoltura gaseosa que acompaña siempre a los cometas.

—Pero —replicó Nicholl—, ¿no ha podido suceder que la Luna, antes de ser satélite de la Tierra, y en el, momento de hallarse en su perihelio, pasase tan cerca del Sol que dejara en él por evaporación todas esas sustancias gaseosas?

—No sería imposible, amigo Nicholl, pero no es probable.

—¿Por qué?

—El porqué... no te lo podré decir a punto fijo.

—¡Ah! —exclamó Miguel—. ¡Cuántos centenares de libros se podrían escribir con todo lo que no se sabe!

—Hablando de otra cosa, ¿qué hora es?

—Las tres —respondió Nicholl.

—¡Qué de prisa pasa el tiempo en las conversaciones de sabios como nosotros! —exclamó Miguel Ardán— ¡Qué instruido me voy volviendo! Poco a poco me convierto en un pozo de ciencia.

Y mientras así hablaba se encaramó hasta la bóveda del proyectil “para observar mejor la Luna”, según decía. Entretanto, sus compañeros examinaban el espacio por el cristal inferior, sin advertir nada digno de notarse. Cuando Miguel bajó de sus alturas se acercó a la lumbrera lateral y, dé repente, profirió una exclamación de sorpresa.

—¿Qué pasa? —preguntó Barbicane.

El presidente se acercó al cristal y vio una especie de saco aplanado que flotaba delante a pocos metros del proyectil. Parecía que estaba inmóvil .Como éste, y, por consiguiente, debía suponerse que se hallaba animado del mismo movimiento ascensional.

—¿Qué bulto será ése? —decía Miguel Ardán—. ¿Será algún corpúsculo de esos que vagan por el espacio, retenido por la atracción de nuestro proyectil y que irá a acompañarle hasta la Luna.

—Lo que no comprendo —respondió Nicholl— es cómo el peso específico de ese cuerpo, que seguramente es muy inferior al del proyectil, le permite sostenerse a su mismo nivel.

—Querido Nicholl —respondió Barbicane, después de reflexionar un instante—; no sé qué objeto es ése, pero sé perfectamente porqué se mantiene al lado del proyectil.

—¿Por qué?

—Pues simplemente, querido capitán, porque flotamos en el vacío, donde los cuerpos caen o se mueven, que es lo mismo, con velocidad igual cualesquiera que sea su forma y volumen. El aire es el que por su resistencia da origen a las diferencias de peso. Cuando por medio de la máquina neumática se hace el vacío en un tubo, los objetos que se han puesto dentro, pajas o plomos, caen todos con igual rapidez. Aquí, en el espacio, la misma causa produce idéntico efecto.

—Es verdad —dijo Nicholl—, todo cuanto arrojemos fuera del proyectil le acompañará en su viaje a la Luna.

—¡Ah, qué tontos somos! —exclamó Miguel.

—¿Por qué nos aplicas ese calificativo? —preguntó Barbicane.

—Porque podíamos haber llenado el proyectil de objetos útiles, como libros, instrumentos, herramientas, etc. ¡Lo hubiéramos echado fuera, y todo nos hubiera seguido! Pero ahora se me ocurre otra cosa. ¿No podríamos salir nosotros también y lanzarnos al espacio por una de las lumbreras? ¡Qué placer tan nuevo debe ser encontrarse suspendido en el éter, mucho más cómodamente que un ave, que necesita batir las alas para moverse!

—Es verdad —dijo Barbicane—, pero ¿cómo nos arreglaríamos para respirar?

—¡Maldito aire, que falta en tan buena ocasión!

—Y si no faltara, amigo Miguel, como tu densidad es inferior a la del proyectil, te quedarás atrás en un momento.

—¿De modo que esto es un círculo vicioso?

—Todo lo vicioso que quieras.

—¿Y es forzoso permanecer encerrados en el vagón?

—No hay más remedio.

—¡Ah! —exclamó Miguel, con un gran grito.

—¿Qué te pasa? —preguntó Nicholl.

—Ya sé lo que es ese supuesto bulto. ¡No es esferoide ni fragmento de planeta!

—¿Pues qué es? —preguntó Barbicane.

—¡Nuestro pobre perro, el marido de Diana!

En efecto, aquel objeto deforme imposible de conocer, reducido a la nada, era el cadáver de Satélite, aplastado como un odre vacío, y que subía por el espacio obedeciendo el movimiento del proyectil.

Capítulo VII: Un momento de embriaguez

Así, pues, se verificaba en tan singulares condiciones un fenómeno curioso y extraño, pero no menos lógico y perfectamente explicable. Todo objeto lanzado a la parte exterior del proyectil tenía que seguir la misma trayectoria y no detenerse sino con él. Esto dio motivo a una conversación que no concluyó en toda la noche. Por otra parte, la emoción de los viajeros iba en aumento a medida que se acercaban al término del viaje. Esperaban lo imprevisto, fenómenos enteramente nuevos y nada les hubiera sorprendido en la disposición de ánimo en que se hallaban. Su imaginación sobreexcitada se adelantaba al proyectil, cuya velocidad disminuía notablemente sin que ellos lo advirtieran. Pero la Luna crecía ante sus ojos, y creían que les bastaba alargar la mano para cogerla.

Al día siguiente, 5 de diciembre, estaban los tres en pie a las cinco de la mañana. Aquel día debía ser el último de su viaje, si no fallaban los cálculos. Aquella misma noche, a las doce, o sea dieciocho horas después, en el momento mismo del plenilunio, debían llegar a tocar el disco resplandeciente del satélite de la Tierra, tocando a su término el viaje más extraordinario de los tiempos modernos. Por lo tanto, desde la mañana, y a través de las lumbreras plateadas con sus rayos, saludaron al astro de la noche con una aclamación de alegría y confianza.

La Luna marchaba majestuosamente por el firmamento estrellado, faltándole ya muy pocos grados que recorrer para llegar al punto preciso del espacio en que debía encontrarla el proyectil. Según sus propias observaciones, Barbicane calculó que la alcanzaría por su hemisferio boreal, donde se extienden llanuras inmensas y escasean las montañas. Circunstancia favorable si, como sospechaba, la atmósfera lunar se hallaba acumulada en las partes bajas.

—Además —añadió Miguel Ardán—, una llanura es un sitio de desembarco mucho más a propósito que una montaña, Un selenita que al llegar a la Tierra encontrara la cumbre del Montblanc o del Himalaya podría decirse que no había llegado.

—Además —añadió el capitán Nicholl— en terreno llano, el proyectil quedará inmóvil en cuanto llegue en cambio en una pendiente, rodaría como un alud, y como nosotros no somos ardillas, dudo que saliéramos sanos y salvos. De manera que todo va a pedir de boca.

En efecto, no parecía dudoso el éxito de la audaz tentativa; sin embargo, una reflexión preocupaba a Barbicane, quien no obstante, la calló, para no inquietar a sus compañeros.

La dirección del proyectil hacia el hemisferio Norte de la Luna probaba que su trayectoria había sufrido cierta modificación. El tiro, matemáticamente calculado, debía llevar la bala al centro mismo del disco lunar. Si no llegaba allí era señal de que había desviación. ¿Qué causa la había producido? Barbicane no podía adivinarlo ni determinar la importancia de esa desviación, porque le faltaban los puntos de mira. Esperaba les llevase hasta el borde superior de la Luna, región más favorable para la llegada.

Sin comunicar sus temores a sus amigos, se limitó Barbicane a observar frecuentemente la Luna, procurando ver la dirección del proyectil si modificaba. Porque la situación sería desesperada si el proyectil, errando el blanco y pasando del disco lunar, se lanzaba a los espacios interplanetarios.

En aquel instante la Luna, en vez de parecer plana, dejaba ya ver su convexidad. Si el Sol la hubiera herido oblicuamente, habrían podido distinguirse muy bien las sombras proyectadas, sus elevadas montañas, así como bocas de sus cráteres y las caprichosas fallas que surcan sus extensas llanuras. Apenas si divisaban esas grandes manchas que dan a la Luna el aspecto de un rostro humano.

—Rostro, pase —decía Miguel Ardán—, pero lo siento por la amable hermana de Apolo que tiene la cara llena de viruelas.

Entretanto los viajeros, tan cerca ya de su objetó, no se cansaban de observar aquel nuevo mundo. Su imaginación los conducía a comarcas descocidas; ya creían trepar a picos elevados, ya descender a extensos circos. Se figuraban ver acá y acullá mares inmensos contenidos apenas por una atmósfera enrarecida y ríos que les llevaban su tributo desde las montañas. Inclinados sobre el abismo esperaban sorprender los sonidos de aquel astro, eternamente mudo en las soledades del vacío.

Aquel mismo día les dio recuerdos palpitantes y anotaron hasta los más insignificantes pormenores. A medida que se acercaban al término se apoderaba de ellos una vaga inquietud, que hubiera sido mucho mayor, de saber ellos cuán escasa era su velocidad, la cual, sin duda, les pareció suficiente para llegar al punto deseado. Y era porque entonces casi no pesaba ya el proyectil. Su peso disminuía continuamente y debía reducirse a la nada en aquella línea en que, neutralizándose las dos atracciones, terrestres lunar, habían de producir efectos sorprendentes.

Sin embargo, y a pesar de sus cuidados, Miguel Ardán no se olvidó de preparar el almuerzo con su habitual puntualidad. Comieron con buen apetito aquel excelente caldo preparado a la llama del gas y aquellas carnes en conserva, rociadas con buenos tragos de vino de Francia. A propósito de esto dijo Miguel que los viñedos lunares, calentados al sol ardiente, debían de producir vinos generosos, dado que existieran, por supuesto. De todos modos el previsor francés no se había olvidado de llevar entre sus paquetes unas cuantas de aquellas preciosas cepas de Medoc y de la Cote-d'Or, que pensaba aclimatar en la Luna.

El aparato de Reiset y Regnault seguía funcionando con su exquisita precisión. El aire se mantenía en estado de pureza perfecta; ninguna molécula de ácido carbónico resistía a la potasa; y en cuanto al oxígeno, decía el capitán Nicholl, “era seguramente de primera calidad”. El poco vapor de agua encerrado en el proyectil templaba la sequedad del aire y, muchas habitaciones de París, Londres y Nueva York y muchos teatros no se encontraban en tan buenas condiciones higiénicas.

Mas para que el aparato funcionase con regularidad, era preciso cuidar de que se mantuviera en buen estado; por eso todas las mañanas examinaba Miguel Ardán los reguladores de salida, probaba las llaves y regulaba en el pirómetro el calor del gas. Todo marchaba bien hasta entonces y los viajeros, imitando al digno J. T. Maston, empezaron a adquirir cierta redondez, que los hubiera puesto desconocidos al cabo de unos cuantos meses de encierro. En una palabra, hacían lo que los pollos cuando están enjaulados: engordaban.

Mirando por las lumbreras, divisó Barbicane el espectro del perro y los diversos objetos arrojados fuera del proyectil, que les acompañaban obstinadamente. Diana exhalaba melancólicos aullidos al ver los restos de Satélite, que permanecían tan inmóviles como si descansara en tierra.

—¿Saben, amigos míos —decía Miguel Ardán—, que si uno de nosotros hubiera sucumbido al golpe de la salida los demás se hubieran visto apurados para enterrarle, o más bien “eterarle”, puesto que aquí el éter reemplaza a la tierra? ¡Su cadáver acusador nos habría seguido por el espacio como un remordimiento!

—¡Triste cosa seria! —dijo Nicholl.

—¡Ah! —respondió Miguel—. Lo que yo siento es no poder dar un —paseo por fuera. ¡Qué placer sería flotar en ese éter radiante, bañarse, revolcarse en esos rayos puros de sol! Si Barbicane se hubiera acordado de traer una escafandra y una bomba de aire, me habría aventurado a salir y hubiera tomado actitudes de quimera y de hipogrifo en lo alto del proyectil.

—Pues bien, querido Miguel —respondió Barbicane—, no hubieras hecho mucho tiempo el hipogrifo, porque a pesar de tu traje de buzo, el aire contenido en tu cuerpo te habría hecho reventar como una bomba o como un globo que se eleva demasiado en el aire. Así, pues, no sientas nada, y ten presente que mientras flotemos en el vacío has de privarte de todo paseo sentimental fuera del proyectil.

Miguel Ardán se dejó convencer hasta cierto punto, conviniendo que la cosa era difícil, pero no imposible, palabra que jamás pronunciaba.

Se varió la conversación, pero sin que ésta decayera; los amigos advertían que en aquellas condiciones brotaban las ideas en los cerebros como las hojas en los árboles al primer calor de la primavera.

Entre las preguntas y respuestas que se cruzaban, planteó Nicholl una cuestión que no podía resolverse fácilmente.

—Hasta ahora —dijo— no hemos tratado sino de ir a la Luna, lo cual está y bien; pero ¿cómo volveremos?

Se quedaron sorprendidos sus compañeros; hubieran dicho que aquella dificultad se presentaba por primera vez.

—¿Qué quieres decir, Nicholl? —preguntó gravemente Barbicane.

—Me parece inoportuno —dijo Miguel— pensar volver de un país cuando. n no se ha llegado a él.

—No es que yo quiera volver atrás —replicó Nicholl—; pero repito mi pregunta. ¿Cuándo volveremos?

—No lo sé —respondió Barbicane.

—Y yo —dijo Miguel—, si hubiera sabido cómo iba a volver, no hubiera ido.

—Eso es responder —exclamó Nicholl.

—Apruebo las palabras de Miguel y añadiré que la cuestión no tiene interés por ahora. Más adelante, cuando sea necesario, trataremos de eso. Si no tenemos el columbia, tenemos el proyectil.

—¡Buen negocio es! ¡Una bala sin fusil!

—¡El fusil —respondió Barbicane— se puede hacer, así como la pólvora! Supongo que no faltarán metales, nitro ni carbón en las entrañas de la Luna. Además, para volver, no hay que vencer más que la atracción lunar, y basta sólo andar ocho mil leguas para caer en el globo terrestre, en virtud las leyes de gravedad.

—¡Basta! —dijo Miguel—. ¡No hablemos más de volver! Demasiado hemos halado ya. En cuanto a comunicar con nuestros antiguos colegas de la Tierra no será cosa difícil.

—¿Y cómo?

—Por medio de bólidos lanzados por los volcanes lunares.

—Bien pensado, Miguel —respondió Barbicane, con tono de convicción—. Laplace ha calculado que bastaría una fuerza once veces superior a la de nuestros cañones para enviar un bólido de la Luna a la Tierra. Ahora bien, hay volcán que no tenga una potencia impulsiva superior a ésta.

—¡Magnífico! —exclamó Miguel—. Vean ahí unos factores cómodos y que costarán nada. ¡Cómo vamos a reírnos de la Administración de Correos! Pero ahora se me ocurre...

—¿Qué se te ocurre?

—¡Una idea soberbia! ¿Por qué no hemos enganchado un alambre a nuestro proyectil? ¡Ahora podríamos cambiar telegramas con la Tierra!

—¡Por Dios! —replicó Nicholl—. ¿Y el peso de un alambre, hilo de ochenta seis mil leguas, no lo cuentas?

—No. ¡Se hubiera triplicado la carga ¿el columbia! ¡Cuadruplicado, quintuplicado! —exclamó Miguel, cuya locuacidad tomó una entonación cada vez más violenta.

—¡No hay que hacer más que una leve objeción a tu proyecto! —respondió Barbicane—; y es que durante el movimiento de rotación M proyectil nuestro alambre se hubiera arrollado a él, como una cadena al cabrestante y nos habría arrastrado de nuevo a la Tierra.

—¡Por las treinta y nueve estrellas de la Unión! —exclamó Miguel—. ¡Hoy no tengo más que ideas impracticables! ¡Ideas dignas de J. T. Maston! Pero creo que si nosotros no volvemos a la Tierra, J. T. Maston es capaz de venir a buscarnos.

—¡Oh, sí, vendría! —replicó Barbicane—. Es un digno y valeroso compañero. Además, no hay cosa más fácil. ¿No está el columbia ahí abierto en el suelo de la Florida? ¿Faltan algodón y ácido nítrico para fabricar el piróxilo? ¿No ha de volver la Luna a pasar por el cenit —de la Florida? ¿En el transcurso de dieciocho años no ocupará el mismo sitio que ocupa hoy?

—Si —repitió Miguel—, sí; Maston vendría, y con él nuestros amigos Elphiston y Blonisberry, todos los individuos del “Gun-Club”, y serían bien recibidos. Y más adelante se establecerán trenes proyectiles entre la Tierra y la Luna. ¡Viva J. T. Maston!

Probablemente si el respetable J. T. Maston no oía las exclamaciones hechas en su honor, por lo menos le zumbaban los oídos. ¿Qué haría en aquellos momentos? Sin duda, apostado en las Montañas Rocosas, en la estación de Long's Peak, trataba de descubrir el invisible proyectil que gravitaba en el espacio. Si pensaba en sus compañeros, hay que convenir en que éstos le correspondían, y así, bajo la influencia de una exaltación particular, le dedicaban sus mejores y más cariñosos pensamientos.

Pero, ¿de dónde procedía aquella animación creciente de los viajeros del proyectil? No podía dudarse de su sobriedad. ¿Debía atribuirse aquel extraño cretinismo del cerebro a las circunstancias excepcionales en que se encontraban, a la proximidad del astro de la noche, que sólo distaba unas cuantas horas, o a alguna influencia secreta de la Luna que obraba sobre su sistema nervioso? Se les encendían los rostros como si se hallaran a la boca de un horno; su respiración era agitada y ruidosa; sus ojos brillaban con un fuego extraordinario; sus voces resonaban con acento formidable, lanzando palabras a borbotones; sus ademanes y movimientos eran tan agitados que les faltaba espacio para ellos; y, sin embargo, no parecía que ellos advirtieran todo ese cambio.

—Pues ahora —dijo Nicholl en tono imperativo—, ahora que no sé si volveremos de la Luna, quiero saber qué vamos a hacer si nos quedamos en ella.

—¿Qué vamos a hacer? —dijo Miguel, dando una voz que resonó estrepitosamente en aquel estrecho recinto.

—¡No, no lo sé, ni me importa! —replicó Barbicane, gritando tanto como su compañero.

—Dilo—pues —gritó Nicholl que tampoco podía contenerse.

—Lo diré si se me antoja —repuso Miguel, asiendo con violencia el brazo su compañero.

—Pues es menester que se te antoje —dijo Barbicane, echando llamas por s ojos y alzando la mano—. ¡Tú has sido el que nos ha arrastrado a este peligroso viaje y queremos saber para qué!

—¡Sí! —dijo el capitán—. ¡Ya que no sé adónde voy, quiero saber a qué voy!

—¿A qué? —repitió Miguel dando un salto de un metro—. ¿A qué? ¡A tomar posesión de la Luna en nombre de los Estados Unidos! ¡A añadir un Estado más a los treinta y nueve de la Unión! ¡A colonizar las regiones lunares, a cultivarlas, a poblarlas, a transportar a ellas todas las maravillas del arte, de las ciencias y de la industria! ¡A civilizar a los selenitas, si es que no están más civilizados que nosotros, y a constituirlos en República si no tienen ya esta forma de gobierno!

—¿Y si no hay selenitas? —replicó Nicholl, que bajo la influencia de aquella embriaguez inexplicable se volvía terco y pendenciero.

—¿Quién dice que no hay selenitas? —exclamó Miguel, en tono de amenaza.

—¡Yo! —gritó Nicholl.

—Capitán —dijo Miguel—, no repitas esa insolencia, o te la hago tragar con los dientes.

Los dos adversarios iban a lanzarse uno contra otro, y aquella discusión se iba a convertir en pelea, cuando Barbicane se plantó entre ambos de un salto.

—¡Deténganse, desdichados! —dijo volviendo a sus compañeros de espaldas uno al otro—. Si no hay selenitas nos pasaremos sin ellos.

—Sí —respondió Miguel, que no era más testarudo—. ¡No nos hacen falta los selenitas! ¡Abajo los selenitas!

—Para nosotros el imperio de la Luna —dijo Nicholl—. Nosotros tres constituiremos la República.

—¡Yo seré el Congreso! —gritó Miguel.

—¡Y yo el Senado! —añadió Nicholl.

—¡Y Barbicane el presidente! —vociferó Miguel.

—¡Nada de presidente nombrado por la nación! —respondió Barbicane.

—¡Pues bien, le nombrará el Congreso —exclamó Miguel—, y como soy el Congreso le nombro por unanimidad!

—¡Hurra! ¡Hurra! ¡Hurra por el presidente Barbicane! —exclamó Nicholl llevado por su entusiasmo creciente.

—¡Hip! ¡Hip! ¡Hip! —gritó Miguel.

Y al momento, el presidente y el Senado entonaron con voz terrible el popular Yankee doodle, mientras el Congreso hacía resonar los varoniles os de La Marsellesa.

Comenzó un baile desordenado con ademanes descompuestos, patadas y cabriolas propias de dementes. Diana tomó parte en la fiesta, aullando y saltando hacia la bóveda del proyectil. Se oyeron entonces fuertes aletazos, gritos penetrantes de gallos y de gallinas; cinco o seis de éstas salieron volando y tropezando por las paredes, como murciélagos a la luz del día...

Y luego, los tres compañeros de viaje, cuyos pulmones parecían desorganizados bajo una influencia desconocida, embriagados o más bien abrasados por el aire que les incendiaba el aparato respiratorio, cayeron sin movimiento al fondo del proyectil.